Aunque no sea visible para la mayoría de los mortales, lo que se conoce como la nube también tiene raíces en el planeta Tierra. Raíces y una importante huella ambiental debido al elevado consumo energético de los centros de datos, que son las instalaciones que albergan físicamente la información disponible en la nube. “La vida digital de un país vive en los centros de datos: salud digital, banca, educación, administración electrónica, comercio online, streaming o la inteligencia artificial se apoyan en estas infraestructuras”, explica Begoña Villacís, directora ejecutiva de la Asociación de Data Centers de España (SpainDC).
El gasto energético de estos centros se ha disparado con el auge de la inteligencia artificial, especialmente la generativa, con consumos hasta diez veces superiores. La Agencia Internacional de la Energía estima que los centros de datos suponen más del 2% del consumo de electricidad mundial, un porcentaje similar al del transporte aéreo. El problema: los servidores funcionan con redes eléctricas muy potentes que requieren una refrigeración constante. Se calcula que casi el 40% del consumo eléctrico de un centro de datos se dedica a la refrigeración de los servidores, al mismo tiempo que el gasto eléctrico supone el 50% de los costes finales.
Dato
El 2% de la electricidad mundial es consumida por los centros de datos, según la Agencia Internacional de la Energía
“Esta huella medioambiental es una cuestión crucial de sostenibilidad tanto para las empresas como para los actores financieros sostenibles”, advierte Luc Olivier, gestor de fondos de la Financière de l’Échiquier (LFDE). Una cuestión que no hará más que agravarse, puesto que se prevé que la demanda de centros de datos crezca un 20% anual de aquí al 2030 debido, sobre todo, a la inteligencia artificial. La paradoja es que la misma tecnología que dispara el consumo energético de los centros de datos es parte de la solución. “No hay que olvidar que la inteligencia artificial gestiona el propio centro y reduce el consumo, optimiza la climatización y la capacidad, detecta fallos, recorta los costes y la huella… Es un círculo virtuoso: la inteligencia artificial necesita centros de datos y los centros de datos mejoran gracias a la inteligencia artificial”, indica Villacís.
La directora ejecutiva de SpainDC señala otras dos grandes patas en las que está trabajando el sector. La primera es la escala. La experta afirma que “agrupar miles de cargas de trabajo en un solo lugar permite optimizar cada kilovatio y cada gota frente a miles de salas de servidores dispersas”. Por otro lado, Villacís señala que se está apostando por “la energía limpia a largo plazo (PPA renovables) y la economía circular térmica, reaprovechando el calor donde sea viable”. En relación con este último aspecto, la ejecutiva añade que “todo esto ya está muy implantado en España y está integrado en el marco europeo de eficiencia, que se debe trasladar a la regulación española; lo que pedimos aquí es que España adopte esta norma comunitaria sin sobrerregular para no perder competitividad frente a otros países de la Unión Europea”.
Olivier, por su parte, sugiere una serie de soluciones, entre las que destacan “la refrigeración por aire, la solución tradicional”, y “la refrigeración por líquido, que está ganando terreno”. Sin embargo, a juicio del gestor de fondos de LFDE, lo fundamental en este asunto es “colaborar con las empresas combinando la financiación con la participación de los accionistas”.
En España hay un centenar de centros de datos y desde SpainDC indican que hay múltiples proyectos anunciados en los principales polos, que son Madrid, Aragón y Catalunya. “La expansión de centros de datos es una palanca inversora (más de 58.000 millones de aquí al 2030 en un escenario tendencial que hay hoy) y de empleo; estamos hablando de miles de millones en obra civil, equipamiento y servicios, y de un efecto tractor sobre más de 40 sectores”, recalca la directora ejecutiva.
Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado una investigación de la Universidad de Cornell. El estudio insta a construir los centros de datos en lugares con mucha energía eólica y solar para mitigar tanto su huella climática como la hídrica. Estiman que el lugar donde las empresas decidan ubicar sus centros de datos podría alterar su huella ambiental combinada en un factor de hasta 100.La ubicación realmente importa
Centros de datos

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