Lorenzo Bernaldo de Quir?s
Actualizado Jueves, 11 diciembre 2025 - 00:04
El resurgimiento de la pol?tica industrial (PI) en la esfera global, replanteada por acad?micos como Dani Rodrik o aprendices de brujo tal Mariana Mazzucato, se presenta como el m?todo redentor para permitir a los pa?ses, por ejemplo Espa?a o regiones, lease Europa, reindustrializarse y competir con las grandes compa??as de USA y de China en el escenario de la IV Revoluci?n Industrial. Sin embargo, la Nueva PI, con su enfoque en "misiones" y en la correcci?n de fallos sist?micos es una versi?n moderna del viejo dirigismo o de la antigua planificaci?n centralizada; lejos de superar las deficiencias de ?stas las ha revestido con una ret?rica m?s ambiciosa y, tambi?n, m?s peligrosa.
En la Nueva PI, el Estado ya no se arroga s?lo la tarea de corregir los hipot?ticos fallos de mercado, sino la de identificar y planificar las trayectorias tecnol?gicas que son ?ptimas para la sociedad. Aspira a moldear los mercados y la estructura econ?mica hacia fines predeterminados como, por ejemplo, la lucha contra el cambio clim?tico o el liderazgo en inteligencia artificial. Ahora bien, eso exige un nivel de informaci?n y de conocimiento sobre el cual ser? la evoluci?n de la tecnolog?a, las preferencias de los consumidores y las eficiencias de costes que, simplemente, los Gobiernos y sus servidores no tienen. Ah? radica la superioridad del sistema de precios, su capacidad de generar y procesar el conocimiento disperso, frente al colectivismo duro o suave,
Por otra parte, al concentrar recursos y talento en iniciativas que son pol?ticamente atractivas, pero cuya viabilidad econ?mica es incierta, el Estado favorece una estructura monol?tica de innovaci?n; esta es, por definici?n, menos adaptable y menos resiliente que la din?mica descentralizada de ensayo y error propia del capitalismo de libre empresa. Por a?adidura, la historia muestra que, casi siempre, los avances disruptivos surgen de trayectorias imprevistas y experimentos no patrocinados por los gobiernos. Adem?s, la intervenci?n estatal en tecnolog?as nacientes (como la IA o el hidr?geno verde) se da bajo una incertidumbre tecnol?gica radical. El Estado, al no arriesgar capital propio de la misma manera que el inversor privado, es estructuralmente incapaz de internalizar el costo del error y, por lo tanto, no puede tomar decisiones eficientes. Esa falta de disciplina conduce de modo inexorable a la perpetuaci?n de proyectos ineficientes (Johnson S.Where Good Ideas Come From: The Natural History of Innovation,Penguin, 2010)
El segundo gran fallo de la Nueva PI es id?ntico al de la Vieja PI. No resuelve el problema de la b?squeda de rentas y la captura del pol?tico-bur?crata por parte de los grupos de inter?s beneficiarios de aquella. Al contrario, lo amplifica y lo vuelve cr?nico. Al ofrecer apoyo financiero y regulatorio a largo plazo para "misiones" estrat?gicas, se crea un potente im?n para que los extractores de rentas act?en. Aunque se promueva la condicionalidad, (vincular el apoyo al rendimiento), la realidad hace que sea casi imposible retirar el apoyo a empresas o proyectos grandes una vez que han sido bautizados como estrat?gicos para una misi?n nacional.
Eso crea una situaci?n de riesgo moral en la cual las empresas tienen un incentivo claro para maximizar el cabildeo pol?tico en lugar de la productividad. La concentraci?n de grandes sumas de dinero p?blico en campeones nacionales que impulsan la "misi?n" (ej., fabricantes de bater?as o chips) crea entidades que son "demasiado importantes para fracasar" desde una perspectiva pol?tica. Esto garantiza que cualquier ineficiencia, mala gesti?n o fracaso operativo ser? socializado (pagado por el contribuyente), mientras que los beneficios y las ganancias ser?n privatizados. Adem?s, el enfoque de la PI moderna facilita una forma de corrupci?n l?cita, donde la transferencia masiva de riqueza a empresas pol?ticamente conectadas se legitima bajo el pretexto de la "seguridad nacional", la "resiliencia de la cadena de suministro" o la "urgencia clim?tica".
Ante esa situaci?n, la mejor o, para ser precisos, la opci?n m?s sensata es recurrir a pol?ticas horizontales para estimular la innovaci?n y el crecimiento, es decir, pol?ticas que se aplican a todos los sectores de la econom?a. Entre los principales vectores de la pol?tica horizontal se encuentran: invertir en la econom?a del conocimiento (especialmente en educaci?n superior e investigaci?n), reformar los mercados laborales y de productos para hacerlos m?s din?micos mediante pol?ticas adecuadas para la competencia y desarrollar el capital de riesgo y el capital privado para financiar la innovaci?n.
En resumen, la Nueva Pol?tica Industrial, con su lenguaje de "misi?n" y correcci?n de fallos sist?micos, es un intento arriesgado y costoso de sustituir el proceso de descubrimiento descentralizado del mercado con la visi?n limitada y pol?ticamente manipulable de la burocracia estatal. En la pr?ctica, es m?s probable que conduzca a la ineficiencia econ?mica generalizada y al aumento de la captura regulatoria que a la innovaci?n sostenible y al crecimiento inclusivo, representando, por lo tanto, una amenaza renovada a la disciplina econ?mica y la asignaci?n eficiente de recursos.
*Lorenzo Bernaldo de Quir?s es presidente de Freemarket.

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