Taiwán reitera que no producirá chips de última generación fuera de la isla

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Taiwán no piensa renunciar a su “escudo de silicio”. Los semiconductores más avanzados del mundo seguirán fabricándose, de forma exclusiva, en la isla. El Yuan Legislativo ha disipado este jueves las dudas al respecto, levantadas por los vientos que soplan de EE.UU.. Según el comité de educación y cultura de la cámara, los chips que las empresas taiwanesas fabriquen en el extranjero deberán estar “dos generaciones por detrás” de los chips punteros en la isla. 

El comité respondía así a una pregunta de un diputado del Partido Popular de Taiwán (en la oposición). Los taiwaneses no terminan de estar tranquilos, aunque el presidente estadounidense se haya conformado con imponer aranceles del 20% a los productos taiwaneses, dejando exentos a los semiconductores, tras haber amenazado con gravarlos al 100%. 

Taiwan Semiconductor Manufacturing Co (TSMC) fabrica en la isla los chips más diminutos y avanzados del mundo, de 3 nanómetros. Está a un paso de dar el salto a los chips de 2 nm, pero según deja entrever, nada deberá cambiar en las fábricas de TSMC en Arizona, donde desde hace un año fabrica chips de 4 y 5 nanómetros. 

La multinacional taiwanesa accedió a instalarse en EE.UU. a instancias del primer Donald Trump. Luego Joe Biden subvencionó la deslocalización con miles de millones de dólares. Y en marzo pasado, con Trump de regreso, el presidente ejecutivo de la empresa, Che Chia Wei, anunció junto a este una inversión suplementaria de 100.000 millones de dólares. El presidente estadounidense fue más lejos, al afirmar: “Los chips más poderosos del mundo se fabricarán aquí mismo, en EE.UU., un gran porcentaje de los que fabrique la empresa”. 

Ambas afirmaciones provocaron sudores en Taipéi, que empeoraron cuando el secretario de Comercio, Howard Lutnick, dijo hace un par de meses que TSMC “debería fabricar la mitad de sus chips en EE.UU”. La oposición taiwanesa, mayoritaria en la Cámara, se preguntó qué tipo de negociación había encabezado la viceprimera ministra, Cheng Li Chun. Forzando a esta a intervenir: “No hay ningún compromiso sobre el 50% y nunca lo habrá”. 

Hoy la puya procedía del diputado Liu Shu Pin, interesado en saber “con qué mecanismos cuenta Taiwán para retener tecnologías clave de investigación y desarrollo”, al hilo del lanzamiento del satélite Formosat-8. 

La respuesta del viceministro Faa Jeng Lin, del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología ha garantizado que el gobierno taiwanés revisa anualmente la lista de tecnologías nacionales clave, según el “principio N-2” adoptado hace un año. Solo se permitirá “la exportación de tecnologías que vayan dos generaciones por detrás”. Y puso un ejemplo: “Si tenemos nodos de 1,2 y 1,4 nanómetros, solo los de 1,6”.

El subdirector general de Desarrollo Industrial, Tsou Yu-hsin, subrayó que la inversión de TSMC en EE.UU. está bajo la lupa del Ministerio de Economía taiwanés, teniendo en cuenta el “impacto industrial” y la “seguridad nacional”.  Por debajo de 14  nanómetros se considera “tecnologías crítica”, sometida a un control estricto. El monumental esfuerzo inversor de TSMC en EE.UU., por cierto, estaría ralentizando sus inversiones en Japón y sembrando dudas sobre una segunda fábrica. Japón y China son los otros dos países donde TSMC también manufactura. En el primer caso, solo chips de gama media y en el caso de China, ni siquiera eso.

El complejo de fábricas de TSMC en Arizona

El complejo de fábricas de TSMC en Arizona

TSMC

Aunque TSMC sea una empresa taiwanesa, los clientes de sus chips más avanzados son mayoritariamente firmas estadounidenses (Apple, NVIDIA, Google, etc.). E incluso allí, en Arizona, TSMC depende en gran medida de los carísimos equipos de litografía ultravioleta extrema de la holandesa ASML. 

La República Popular de China, por cierto, según informa hoy Reuters, está dedicando esfuerzos ingentes a la captación de ingenieros chinos retirados de ASML, a fin de asegurarse la independencia en este campo antes de 2030. Un prototipo -más voluminoso que el original- estaría ya prácticamente a punto en Shenzhen, construido en el más estricto secreto. 

Mientras tanto, en la República de China (Taiwán), la primera lista de 22 tecnología nacionales clave fue publicada hace dos años, encabezada por semiconductores, defensa y carrera espacial. Hace un año, se incluyeron diez tecnologías más y se explicitó la regla de las “dos generaciones”, reiterada este jueves ante una batería de preguntas parlamentarias. 

Un legislador del Kuomintang, Fu Kun Chin, se preguntaba hace ya unos meses “dónde está la seguridad nacional de Taiwán si TSMC se convierte en ASMC” (cambiando la T de Taiwán por la A de América). “La montaña sagrada que protege a este país se desvanecerá”, advertía. Según esta convicción, bastante transversal allí, mientras las empresas más poderosas del mundo dependan de los chips fabricados en la isla, la paz estará garantizada. A la inversa, según otro legislador, Ko Ju Chun, “cuanto más produzca TSMC en Estados Unidos, menos importancia estratégica tendrá Taiwán y menos incentivos tendrá Washington para ayudarnos en el futuro.”

La isla china no tiene barrera de coral. Tampoco termina de fiarse de los sistemas que EE.UU. le vende, pese a las protestas de Pekín, desde lanzacohetes Himars a cazas F-16. No son ningún regalo y su entrega siempre se demora años, pero casi nadie más se atreve a contrariar a la República Popular de China. 

Este mismo jueves, en Washington, con el visto bueno por parte del departamento de Estado a la venta de armas a Taipéi por un importe récord de 11.100 millones de dólares. Otra cosa es que el presidente Lai Ching Te logre recabar en la cámara -donde no tiene mayoría- suficientes votos para aprobar tal adquisición. Su plan de rearme promete llegar al 5% del PIB en Defensa hacia 2030, pero algunos consideran más fiable el escudo de silicio. 

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