Extremadura arrastra la reputación de ser una de las comunidades más pobres, y los datos confirman esta fama poco afortunada. Pese a una lenta mejora en los últimos años, su economía permanece rezagada respecto a la media nacional, y la falta de población condiciona su crecimiento. Abordar esta cuestión, así como el déficit histórico de la región en infraestructuras, es clave para el futuro.
“Por un lado, tenemos una estructura de población muy envejecida y, por otro, el crecimiento de la fuerza laboral interior de la región, en particular el que procede de la inmigración, está siendo mucho menor que en otras regiones españolas”, explica Julián Ramajo, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Extremadura. “Esto hace que la población activa no crezca lo suficiente como para ayudar en el proceso de crecimiento económico”, añade.
Para él, el factor demográfico, junto con la estructura productiva, son los principales condicionantes de una economía que, a pesar de algunos progresos recientes, como la reducción de la tasa de desempleo en más de 10 puntos desde el 2019, hasta el 13,48% actual, permanece demasiado alejada de las medias españolas y europeas.
El factor demográfico y el mayor peso del sector primario en la estructura productiva lastran el crecimiento
En palabras de María Jesús Fernández, de la fundación Funcas, “es una economía con pocas oportunidades y poco orientada a los sectores más dinámicos y de mayor crecimiento, como son los sectores de servicios relacionados con servicios de empresas, consultorías, ingenierías y tecnológicos”.
Actualmente, esa estructura productiva está marcada por el peso de la agricultura y la ganadería, que aportan el 7,7% del PIB de la región, muy por encima de la media nacional (2,2%). El sector, si bien se ha modernizado en los últimos años, es muy volátil y está condicionado en el largo plazo por el cambio climático y las sequías recurrentes. Destaca también la importancia de la administración pública, responsable del 22,8% del PIB.
En términos globales, la economía crece por debajo de la media nacional (el 2,1% en el 2025 según Funcas, frente al 2,9% para España). Sin embargo, debido en parte al estancamiento de la población, el PIB per cápita se acerca progresivamente a la media nacional, consolidando el proceso de lenta convergencia de las últimas décadas.
“Sin mejorar la conexión ferroviaria nunca seremos una región atractiva para los inversores externos”
Otro factor que dificulta el crecimiento al que apuntan los expertos consultados es el déficit de infraestructuras de transporte. “Extremadura sigue aislada del resto de España, necesitamos un tren digno ya”, recalca el economista Francisco Javier Caballero, de la Universidad de Extremadura, una condición que lastra, entre otros, el desarrollo del turismo interior y dificulta la logística del sector productivo. “Este es un tema capital en cualquier discusión sobre el futuro de la región”, confirma Ramajo. “Sin mejorar esto nunca seremos una región atractiva para los inversores externos”, añade.
Para afrontar las carencias del territorio, los expertos apuntan también a la formación y la educación, en particular a la formación profesional en los sectores de mayor valor añadido.
El economista Juan Monterrey ve también con buenos ojos algunos proyectos punteros que están llegando a la región, como el de la fábrica de baterías de la japonesa AESC en Navalmoral de la Mata, en Cáceres. “Son proyectos interesantes, no tanto porque sean generadores de puestos de trabajo sino porque demuestran que en Extremadura se pueden poner empresas tecnológicas. Esto puede generar un efecto llamada y estimular la llegada de otras inversiones”, concluye.

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