Contra las cuerdas

Hace 7 horas 2

El Gobierno se halla en estos momentos contra las cuerdas, y el PSOE en una situación muy comprometida aunque el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) le coloque nueve puntos por encima del Partido Popular. Nueve puntos por delante. No es este es el clima que se respira en la esfera mediática y en las agitadas redes sociales. Como ocurriera el pasado verano, Pedro Sánchez vuelve a estar contra las cuerdas.

La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil ha abierto un nuevo frente en la investigación de casos de corrupción en la esfera gubernamental con la detención esta semana del expresidente de la Sociedad Española de Participaciones Empresariales (SEPI), Vicente Fernández, en una causa todavía secreta de la Audiencia Nacional en la que puede ser acusado de fraude, malversación, falsedad documental, tráfico de influencias y prevaricación. Después de presidir la SEPI entre 2018 y 2019, Fernández trabajó como asesor de la empresa Servinabar a la que se ha descubierto que estaba vinculado Santos Cerdán, ex secretario organización del PSOE, hoy bajo proceso judicial. Esta misma semana también ha sido detenido Antxon Alonso, administrador de Servinabar. Esa pequeña empresa formaba parte del elenco de sociedades que podían formar UTE (Unión Temporal de Empresas) con Acciona Construcción en los concursos de obra pública. La investigación está centrada en el presunto amaño de licitaciones en favor de esa UTE a cambio de comisiones, que habría pagado Acciona. Ahora el foco se amplía. En paralelo prosiguen las pesquisas sobre José Luis Ábalos, y la UDEF, unidad policial encargada de los delitos económicos y fiscales, ha detenido a dos directivos de la compañía aérea Plus Ultra bajo la acusación de blanquear fondos de Venezuela con el crédito que le otorgó el Estado español durante la epidemia para evitar su quiebra. Cuando el nombre de Venezuela aparece en una investigación judicial todas las miradas se tensan.

Concentradas en solo tres días, todas esas actuaciones judiciales alargan la sombra de la sospecha sobre los dos ex secretarios de organización del Partido Socialista, hoy encartados. La madeja está cobrando volumen y ello permite augurar meses muy difíciles para el PSOE. Dos secretarios de organización procesados no es cualquier cosa. La entrada en escena de un ex presidente de la SEPI tampoco lo es.

A ese inquietante retablo se le suma el surgimiento de movimientos sísmicos en el interior del PSOE. El volcán parecía apagado desde hace casi ocho años, desde que Sánchez recuperó la secretaría general, pero vuelve a presentar ahora señales de actividad. Están sucediendo varias cosas a la vez dentro del PSOE. La más vistosa es un Me Too (‘yo también denuncio’): un movimiento de repulsa feminista contra comportamientos machistas de cuadros del partido. El detonante han sido dos denuncias anónimas contra Francisco Salazar, el hombre que de facto iba a ser el número dos del partido, después de la forzada dimisión de Santos Cerdán, controlando desde Moncloa la nueva secretaría de organización, con la anuencia del secretario general.

Salazar se había convertido en el principal hombre de confianza de Sánchez. Dos denuncias anónimas por presunto acoso han acabado con su carrera y puede que hayan arruinado su vida. Todas las miradas están estos días pendientes de las feministas del PSOE que se estarían reivindicando ante Sánchez por el ostracismo al que se vieron sometidas durante la anterior legislatura cuando el Ministerio de Igualdad quedó en manos de Irene Montero, de Podemos. La pugna entre las feministas del PSOE y la ministra de Podemos y se equipo fue de alto voltaje. Hemos visto a estos días la reaparición de Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno entre 2018 y 2021, denunciando el regreso de “liderazgos machistas y testosterónicos”. Es visible también la reaparición en la lucha partidista de Adriana Lastra, actual delegada del Gobierno en Asturias, y vicesecretaría general del PSOE hasta que perdió un pulso con Santos Cerdán. Un ciclo político de casi ocho años se está agotando.

La caída de Salazar va más allá del enfado de las feministas por sus presuntos comportamientos machistas y groseros. Utilizando un símil cinematográfico podríamos decir que contra Salazar se ha disparado desde varias ventanas. Ha caído el personaje que iba a ser el verdadero número dos de Sánchez, el hombre de confianza del presidente ante una fase muy difícil. Los frecuentes paseos de Sánchez con Salazar por los jardines de Moncloa para tratar de asuntos importantes eran observados desde varios despachos. Y no gustaban a todo el entorno presidencial. Contra Salazar se ha disparado desde varias ventanas.

Hay miembros del Gobierno y de la ejecutiva del PSOE que ya están pensando en el día después de Sánchez. Tiene sentido dadas las circunstancias. Hay legítimas ambiciones y se empiezan a dibujar dilemas sobre el futuro político del país, por ejemplo, sobre lo que debería hacer el Partido Socialista si en la próxima legislatura Partido Popular y Vox suman mayoría absoluta, y el PP pide un cierto apoyo al PSOE para gobernar en solitario, siguiendo el actual modelo portugués. En Portugal, el Partido Socialista, en la oposición, sostiene en los momentos más difíciles al primer ministro Luis Montenegro (centroderecha) para frenar el avance de la ultra derecha. He ahí un posible dilema del PSOE después de unas elecciones generales: seguir el ejemplo portugués o regresar al ‘no es no’ de 2016. Si Sánchez siguiese al frente del PSOE la segunda opción sería casi segura. Hay algo de la dinámica de estos días que nos lleva de regreso al 2016. No todo lo que está ocurriendo en el PSOE se debe al enfado de las feministas, escrito sea con todo el respeto por una ola de protesta que está interpelando a la militancia femenina de los demás partidos. ¿Sólo hay machismo en el PSOE?

Históricamente el PSOE ha sido un partido muy pugnaz, un partido de grandes luchas internas. Es el partido político más duradero de la historia moderna de España pero en su interior ha habido frecuentes batallas campales, la más grave de todas ellas durante la Guerra Civil 1936-1939. Con Sánchez al frente podríamos decir que el Partido Socialista ha vivido ocho años de notable estabilidad con una línea de oposición encarnada por Felipe González, Emiliano García-Page y el fallecido Javier Lambán. Sánchez ha controlado el PSOE… hasta ahora. La situación está cambiando y los sismógrafos detectan movimientos. No solo las feministas socialistas han acabado con Salazar.

Intensa investigación judicial y denuncias internas. El cruce de ambas dinámicas ha acelerado en apenas una semana la sensación de “final de época”. Sánchez apenas puede legislar, no dispone de apoyos parlamentarios estables, las investigaciones judiciales se ramifican, le acaba de estallar un Me-Too dentro del partido y se observan sombras en algunas ventanas ministeriales aunque todos sus ministros y ministras le prometan lealtad. Y sus socios de Gobierno están muy nerviosos, lógicamente.

La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, pidió ayer una “reformulación radical” del Gobierno, expresión que no se sabe muy lo que quiere decir. Después de haber manifestado el pasado mes de julio que creía en la honradez de Sánchez, la vicepresidenta segunda dice ahora que la situación es insostenible. “”Yo sé que usted es honrado, pero la ciudadanía progresista está angustiada por la corrupción y porque no quieren que gobiernen las derechas en España”, dijo Díaz. La vicepresidenta afirma ahora que la situación ya no se puede sostener. ¿Pide una remodelación ministerial? Eso parece. ¿Con qué criterios? Ningún ministro se halla bajo investigación judicial en estos momentos. Si la situación se percibe como verdaderamente insostenible, una elemental lógica política dice que Sumar debería abandonar el Gobierno para pasar a una posición de apoyo parlamentario sometida a negociación. Muchos gobiernos de coalición han concluido así, cuando el socio menor considera que ya no hay camino.

Pero Díaz ni siquiera ha insinuado esa hipótesis. No quiere abandonar el Gobierno, pero quieren evitar el chaparrón. Es comprensible. No es una situación fácil, pero en los momentos difíciles la gesticulación quizá no sea la mejor respuesta. Débil en los sondeos, Díaz, en su día el personaje político mejor valorado de España –estatus que suele provocar insolaciones, véase los casos de Rosa Díez y Albert Rivera- trata de remontar. El electorado situado a la izquierda del PSOE espera propuestas serias, liderazgos sólidos y menos peleas.

Las proyecciones electorales del CIS son muy cuestionadas desde hace tiempo, aunque el instituto de sociología electoral que dirige Félix Tezanos se aproximó mucho a los resultados electorales de las elecciones generales del 23 de julio del 2023. Las proyecciones de Tezanos son cuestionadas, pero todos los especialistas en sociología electoral examinan con atención las entrañas de sus encuestas, que cada mes ofrecen un material verdaderamente valioso. Los analistas consultados ayer por La Vanguardia señalan que con los datos en bruto del último CIS, Partido Popular y PSOE podrían estar hoy empatados, con un cierto repunte del PP. Hay que prestar atención al siguiente gráfico:

Preferencia como presidente por parte de los propios votantes

Preferencia como presidente por parte de los propios votantes

CIS

Alberto Núñez Feijóo estaría recuperando apoyos entre los votantes de su partido, mientras que Pedro Sánchez vuelve a bajar después de una relativa estabilidad. Hay señales de recuperación de Feijóo. El PP sube y se estaróia frenando el crecimiento de Vox, partido que se mantien cerca del 20%.

El Partido Socialista sufre un grave problema de encuadre: regresó al Gobierno prometiendo acabar con la corrupción y ser el partido más feminista, y ambos enunciados hoy se giran en su contra. La etapa de Sánchez presenta un buen balance económico, se ha legislado mucho, se han tomado decisiones arriesgadas como la ley de amnistía, que dejará huella en la historia política de España; la inmensa mayoría de sus gestores han sido honestos y honrados, han legislado a favor de los derechos de las mujeres, pero en un momento de objetiva debilidad (ausencia de mayoría parlamentaria estable) y de acumulación de desgastes, emergen graves casos de corrupción, caen tres secretarios de organización del PSOE (dos que habían ocupado el cargo y uno in pectore) y empiezan a llover denuncias de machismo dentro del partido como signo de protesta y malestar. Y Sumar no sabe donde ponerse.

Cuando todo cruje, la sociedad quiere estabilidad por encima de todo. Hoy predominan los deseos de orden en toda Europa. En todo el mundo, podríamos decir, porque nada está en orden, porque los cambios tecnológicos están provocando enormes incertidumbres. Porque el riesgo de guerra generalizada vuelve a estar presente. De lo general a lo particular. No sabemos como concluirá la batalla de desgaste en curso. Pedro Sánchez efectuará el próximo lunes un balance del año y deberá pronunciarse obligatoriamente sobre la situación. La batalla la acabará ganando quien ofrezca estabilidad de una manera más creíble. Una mínima estabilidad de España en una Unión Europea que puede irse al garete. Esta es la clave.

Entretanto, el Me Too en el PSOE interpela a los demás partidos. Y la rigurosidad judicial, también. La sociedad no aceptaría distintas varas de medir.

Y por último, aunque no lo último, presten atención al siguiente cronograma: elecciones en Extremadura el 21 de diciembre, elecciones en Aragón el 8 de febrero, posible pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) sobre la ley de Amnistía, alrededor de marzo; posible regreso de Carles Puigdemont a España, entre marzo y abril; inicio del juicio del caso Kitchen (la plana mayor del antiguo ministerio del Interior acusada de utilizar a la Policía para tapar el caso Gürtel), entre abril y mayo; juicio al hermano del presidente del Gobierno entre mayo y junio, elecciones autonómicas en Andalucía en junio. Y en fecha aún por definir, primer juicio a la esposa del presidente del Gobierno, primer juicio a José Luis Ábalos y Koldo García, y juicio a Alberto González Amador, pareja sentimental de Isabel Díaz Ayuso, si no consigue la nulidad procesal amparándose en la reciente condena al Fiscal General del Estado. Con este cronograma algunas cosas se ven mucho más claras.

¿Quién controla el tiempo político hoy en España? 

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