El 13 de enero de 1898, en el número 87 del periódico "L'Aurore", apareció el artículo "J'accuse…!", "¡Yo acuso…!", de Émile Zola. Ese artículo se pone hoy en la Facultad como ejemplo de periodismo crítico, y si no se pone debería ponerse, puesto que su autor se dirigía ni más ni menos que al presidente de la República Francesa, Félix Faure, al objeto de denunciar un montaje político contra Alfred Dreyfus, oficial del Estado Mayor, acusado injustamente de haber entregado documentos a Alemania y condenado a cumplir cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa. Zola formulaba acusaciones durísimas hasta contra diez actores del caso, incluyendo entre ellos al ministro de la Guerra y al jefe del Estado Mayor del Ejército.
Pues bien, del "Yo acuso" de Zola hemos pasado a los "¿Cómo es posible?", "¿Cómo vamos a olvidar?", "¿Cómo puede comportarse así?" y "¿Quién puede creer?" de Florentino Pérez, relacionados todos con el mayor escándalo de la historia del deporte español, el Caso Negreira. "¿Cómo es posible que el presidente de los árbitros nos pida que lo olvidemos?"... Se refiere el presidente del Real Madrid al día en que Fran Soto, el nuevo presidente del Comité Técnico, pidió que se pasara página, poco menos que olvidando que hubo un club que pagó 8,4 millones de euros durante 17 años al vicepresidente arbitral en activo. Soto llegaba, en principio, para limpiarlo todo, pero nada más empezar su nueva trayectoria se le vieron maneras de prestidigitador, tratando de engañarnos con sus juegos de manos. Soto era un hombre joven, un profesional liberal y aparentemente independiente y ajeno al mundillo del arbitraje, pero Louzán no le eligió por nada de eso sino que le escogió en concreto a él para escenificar la apariencia de cambio cuando, en realidad, el presidente de la Federación sólo pretendía que las cosas siguieran exactamente igual. Y siguen igual. Y, con estos bueyes deportivos al frente, seguirán igual en el futuro.
Pero Florentino Pérez seguía: "¿Cómo vamos a olvidar el mayor escándalo de la historia del fútbol?" Eso es lo que pretenden, claro, que olvidemos. De ahí que las instituciones no sólo no se conforman con pasar página sino que pondrán todas las trabas posibles a su alcance para impedir que el caso se aclare. El viernes, sin ir más lejos, prestaron declaración Ernesto Valverde y Luis Enrique, que dijeron no saber absolutamente nada de los famosos informes por los que Laporta dice que pagó el Barça. Pues bien, entre las representaciones legales de la Liga y de la Federación hicieron la friolera de… ¡una pregunta!... Laporta no pudo explicar por qué el club ocultó información a Hacienda, al compliance y a sus propios auditores. No pudo explicar que en los mal llamados informes técnicos se incluyera información privada de los colegiados, imposible de obtener sin tener a alguien dentro. No pudo explicar cómo era posible que Negreirita, que según el Barça era autor de unos informes que cobraba por otro lado, dijera no saber nada de los pagos a su padre. No supo explicar nada de nada pero, sin embargo, el abogado de la Liga, Francisco Martínez, sólo acertó a preguntar si era cierto o no que el hijo de Negreira acompañaba a los árbitros al Camp Nou. Beatriz Seijo, la abogada de la Federación y mujer muy cercana a Louzán, al que le da igual ocho que ochenta, dijo que los clubes van a tener que buscarse otra excusa al margen de la arbitral. ¡Qué vergüenza! ¡Qué asco! ¡Cuánta mugre!
"¿Quién puede creer que se pagaron por estos informes que ni los entrenadores conocían de su existencia?", seguía preguntando Florentino Pérez. Y el caso es que nadie puede creerlo. Bueno, sí, hay quien dice que no era necesariamente obligatorio que unos informes sobre los árbitros que evidentemente estaban dirigidos a los jugadores llegaran finalmente al vestuario. Lo dicen porque nos toman por idiotas, como cuando repiten eso de que el Barça no pagó a Negreira sino a una empresa que era… ¿de quién?... De Negreira… Y que tenía… ¿cuántos trabajadores?... Pues dos: Negreira y su hijo.
Florentino Pérez dice la verdad y, en lo tocante al Caso Negreira, los demás mienten. Por eso hay que estar con el Real Madrid, que, por si no ha quedado claro en el durísimo discurso de su presidente, no sólo no va a cejar en el empeño sino que su empeño precisamente va a ser ir hasta el final. ¿Resplandecerá la verdad? Me gustaría poder deciros que sí, pero hay montado tal entramado de intereses cruzados que no os lo puedo asegurar. Lo que sí os puedo confirmar es que aquellos que quieren que el pago no caiga en el olvido tienen a su paladín en el Real Madrid y en la figura de su presidente. Por dignidad, por transparencia y por ética. Zola lo logró, veremos si lo consigue Florentino con su "Yo acuso". Pero, mientras tanto, hay que estar en el bando de los buenos. Prefiero mil veces a un Louzán, que trata de embarrar el terreno de juego, que un melifluo. No me gustan aquellos que le ponen una vela a Dios y dos al diablo. Y no estoy pensando en el presidente del Rayo Vallecano, de verdad que no.

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