La relación con un entrenador va mucho más allá de la táctica o de planificar la semana. Con el tiempo, ese vínculo deja de ser profesional para volverse casi familiar. Al final, un entrenador termina siendo un segundo padre dentro de tu carrera.
Elegir a un entrenador no es nada fácil. A lo largo de una carrera, las necesidades cambian. A ciertas edades buscas mejorar la técnica; en otras, necesitas a alguien que te blinde emocionalmente o que te enseñe a gestionar la presión cuando empiezas a ver el final del camino. No todo el mundo sirve para todas las etapas. Saber quién es la pieza clave en cada momento es, quizá, la decisión más crítica de un deportista.
Un buen técnico te cala; no solo sabe cómo le pegas a la bola, sabe cómo eres
Pasamos más horas con el entrenador que con nuestra propia familia. Compartimos mundo, aventuras, pero sobre todo, diferentes estados de ánimo que se arrastran durante días. En esos baches, cuando el cuerpo o la cabeza no responden, el entrenador es la persona que te recuerda el objetivo por el que todo el equipo y, especialmente, tú estás trabajando. Pero también es clave cuando ganas, para bajarte los humos y mantener los pies en la tierra.
El entrenador vive siempre al límite. Para hacerte mejorar tiene que exprimirte, tensar la cuerda y llevarte al máximo rendimiento sin que esa cuerda se rompa. Ese equilibrio es delicado y complicado. Saber cuándo apretar y cuándo aflojar es un arte que solo se domina con experiencia y con un conocimiento profundo de la persona que tienes delante.
Lo más fuerte es que un buen entrenador te cala. No solo sabe cómo le pegas a la bola; sabe cómo eres. Antes, durante y después de un partido, percibe tu estado de ánimo, tus miedos y tu nivel de confianza. A veces no hace falta ni hablar: el gesto justo, en el momento adecuado, puede cambiar un partido.
Más allá de la pista, lo verdaderamente importante es que te sume como persona. Eso es lo que queda. Cuando aparecen los fantasmas y la frustración, es quien te empuja a creer en ti mismo incluso cuando tú ya has tirado la toalla. Los trofeos son datos; la relación y la lealtad que construyes con tu entrenador y tu equipo son el verdadero patrimonio que te llevas del deporte.

Hace 3 horas
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