El primer ministro de Tailandia, el conservador Anutin Charnvirakul, ha disuelto este viernes el Parlamento y abierto la puerta a elecciones anticipadas, en un momento de máxima tensión política y militar en el país. La decisión, avalada este viernes por el rey Maha Vajiralongkorn mediante un decreto publicado en la Gaceta Real, llega a 96 días de que Anutin asumiera el cargo y coincide con la quinta jornada de enfrentamientos armados en la frontera con Camboya. El conflicto entre los dos vecinos del sudeste asiático acumula al menos 20 muertos, 200 heridos y cientos de miles de desplazados. El presidente estadounidense, Donald Trump, ha asegurado que volverá a mediar entre ambas partes. El republicano se colgó la medalla de la tregua alcanzada en julio, un alto el fuego que, como muestra la actual escalada de violencia, resultó ser extremadamente frágil.
La disolución de la Cámara de Representantes despeja el camino para unos comicios que, por ley, deberán celebrarse en un plazo de entre 45 y 60 días. Anutin, un veterano de la política tailandesa, ya asumió el poder con el compromiso de convocar elecciones a finales de enero, para que estas tuvieran lugar en marzo o abril. Fue la condición que puso entonces para brindarle apoyo en la votación de investidura el reformista Partido del Pueblo, la formación con mayor representación parlamentaria, que no podía presentar un candidato propio.
Anutin justificó el jueves por la noche el movimiento como un gesto para “devolver el poder al pueblo”, una fórmula habitual en la retórica política tailandesa en contextos de bloqueo institucional.
La crisis coincide con los incesantes bombardeos en la frontera entre Camboya y Tailandia, que ya van camino de convertirse en el episodio más grave de tensión en años. Se espera que Trump hable este viernes con los líderes de ambos países para intentar frenar la escalada. De momento, el Gobierno tailandés ha subrayado que la disolución parlamentaria no afectará a la gestión del conflicto y que las operaciones militares continuarán sin interferencias políticas.
La llegada de Anutin al cargo está directamente vinculada al anterior episodio de violencia entre Bangkok y Phnom Penh, en julio. El actual premier asumió el liderazgo de la nación el pasado 7 de septiembre, después de un verano de sobresaltos políticos que culminó a finales de agosto, cuando el Tribunal Constitucional destituyó a la entonces jefa del Ejecutivo, Paetongtarn Shinawatra, por una violación ética relacionada con sus críticas al Ejército.
Semanas antes, vio la luz un audio de una conversación privada entre Paetongtarn (hija del controvertido magnate y exmandatario Thaksin Shinawatra) y Hun Sen, el presidente del Senado camboyano y hombre fuerte del país durante décadas, antes de ceder el puesto de primer ministro a su hijo, Hun Manet, en 2023. En la grabación, ambos intercambiaban opiniones sobre la situación fronteriza entre Tailandia y Camboya, lo que situó a la líder tailandesa en el punto de mira del estamento militar y de sectores conservadores.
Los choques de verano, de cinco días, fueron los más graves desde 2011 y dejaron 48 muertos y alrededor de 300.000 desplazados. La filtración alimentó las acusaciones de conducta impropia y debilitó aún más a un Gobierno que ya enfrentaba presión.
Fue en ese escenario cuando Anutin, líder del partido Bhumjaithai y conocido por haber impulsado la despenalización de la marihuana en Tailandia durante su etapa como ministro de Salud, emergió como figura de consenso parlamentario. Su elección como primer ministro fue presentada como una salida pragmática a un nuevo bloqueo institucional, pero dejó claro desde el inicio el carácter frágil de su mandato y su dependencia de acuerdos tácticos con la oposición.
Poco ha durado esa calma. El Partido del Pueblo, heredero de Move Forward (Avanzar), que ganó las elecciones de 2023 pero no pudo gobernar por el veto del Senado (sobre el que las élites ejercen una enorme influencia), ha aumentado en las últimas semanas la presión sobre Anutin. La formación había condicionado su respaldo a un compromiso claro de avanzar en la reforma de la Constitución de 2017, redactada bajo un Gobierno militar. Los partidos reformistas tailandeses consideran que la actual carta magna es un instrumento que preserva el poder del Ejército y del Senado, lo que dificulta la expresión plena de la voluntad popular. La falta de avances concretos en esas reformas había llevado al Partido del Pueblo a retirarse gradualmente de su pacto y se preparaba para registrar una moción de censura.
En su petición para poner fin anticipado a la legislatura, el primer ministro asumió que encabeza “un Gobierno minoritario compuesto por varios partidos políticos” y que, desde su llegada al frente del Ejecutivo, el país “ha enfrentado numerosos desafíos, debido a la incertidumbre en los ámbitos económico, social, político, de relaciones internacionales y geopolíticos”, entre ellos, los “disturbios en la frontera” y el “impacto de la guerra comercial”.
Se abre ahora un nuevo episodio de incertidumbre en un país lastrado por más de dos décadas de inestabilidad política. En ese tiempo, Tailandia ha visto caer sucesivos gobiernos elegidos en las urnas, disolverse partidos por decisión judicial y repetirse golpes de Estado, en una pugna persistente por el poder entre las élites tradicionales, el estamento militar y fuerzas reformistas, un contexto que ha impedido consolidar un marco político duradero. Anutin ha sido el el tercer primer ministro en apenas dos años y las encuestas sitúan a la oposición como la opción más popular.
Tailandia, la segunda mayor economía del sudeste asiático (la supera Indonesia), afronta un contexto complicado, marcado por una economía debilitada, lastrada por el bajo dinamismo del consumo, los aranceles de Estados Unidos, el elevado endeudamiento de los hogares y las dificultades para reavivar el turismo (sector clave para la nación) desde la pandemia de covid-19. A ese panorama se suma el descontento por la gestión de las inundaciones que han asolado recientemente el sur del país, en las que han muerto al menos 270 personas.

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