El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, ha logrado este martes salvar in extremis su frágil Gobierno al votar la Asamblea Nacional el proyecto de presupuesto de la Seguridad Social para 2026. Ha habido 247 votos a favor, 234 en contra y 93 abstenciones.
El apoyo de los socialistas y la abstención de los ecologistas han resultado decisivos. Lecornu ha tenido que realizar importantes concesiones a estos grupos de izquierda, lo cual significa más gasto para el Estado, algo que quería evitarse. La deriva del déficit y de la deuda no logra frenarse, tal como le pedía la Unión Europea, con el riesgo -según advierten algunos economistas y la patronal- de que Francia acabe pagando, más pronto que tarde, una onerosa factura en la forma de una grave crisis financiera del Estado, con un fuerte impacto político.
La izquierda radical y la extrema derecha votaron en contra. Si el presupuesto no hubiera salido adelante, Lecornu no estaba obligado a dimitir, aunque su situación habría sido casi insostenible.
Fue una jornada de alta tensión, de maniobras y de negociaciones hasta el último momento para arrancar los votos necesarios. Había mucho en juego. Hace un año, el gobierno dirigido por el conservador Michel Barnier -hoy diputado- fue derribado en una moción de censura precisamente debido al presupuesto de la Seguridad Social, que Barnier quiso imponer por decreto.
El texto que obtuvo la luz verde de la Asamblea Nacional incluye la suspensión de la reforma de las pensiones aprobada en 2023, por lo que la edad legal de jubilación queda congelada en los 62 años y 9 meses (frente a su elevación gradual a los 64 años), a la espera de que las elecciones presidenciales del 2027 reabran el debate sobre la materia.
Lecornu ha tenido que ceder a la izquierda en múltiples áreas como el copago de medicinas, la ampliación del permiso por nacimiento de hijos o la cotización por el llamado “ticket restaurant” que dan las empresas a sus empleados. Hay también la subida de un impuesto sobre el capital, la contribución social generalizada (CSG), que afecta a las rentas más altas.
El éxito momentáneo de Lecornu no le garantiza que vayan a ser aprobados los presupuestos generales del Estado antes de final de año. Pero el primer ministro gana tiempo, para él y para su mentor, el presidente Emmanuel Macron, muy debilitado desde que disolvió anticipadamente la Asamblea Nacional, en junio de 2024, y los suyos perdieron la mayoría. La presión sobre el presidente de la República, decidido a finalizar su mandato, que expira en la primavera del 2027, disminuye. A partir de enero el debate político estará centrado en la campaña de las municipales, que se celebran en marzo.
Previamente al voto, hubo un tenso intercambio entre Lecornu y la jefa del grupo parlamentario ecologista, Cyrielle Chatelain. Esta acusó a un consejero del primer ministro de haber efectuado un auténtico chantaje político al llamar a varios empresarios del sector de las energías renovables para decirles que la política francesa en la materia estaría condicionada al voto favorable de los ecologistas del presupuesto de la Seguridad Social. Lecornu negó cualquier presión y anunció una investigación interna y un recurso a la justicia para aclarar los hechos, considerando intolerable que un lobby industrial se entrometa en el diálogo político entre el Gobierno y los ecologistas.
Después de que el Gobierno aceptara un aumento global del gasto sanitario del 3% -en lugar del 2% previsto-, lo que supone sobre todo un alivio para los hospitales públicos, Chatelain indicó que el grueso del grupo ecologista se abstendría.
Varios partidos han actuado por puro cálculo político y entre flagrantes contradicciones. Un ejemplo ha sido el grupo de centroderecha Horizontes, del exprimer ministro Édouard Philippe, el primer jefe de gobierno bajo la presidencia Macron. Totalmente contrarios al presupuesto que se votaba, pese tener a ministros en el Ejecutivo, sus 34 diputados se inclinaron por la abstención para evitar el mal mayor, que hubiera sido la posible caída de Lecornu y la convocatoria de nuevas elecciones.
Horas antes del voto, el diputado de Horizontes Sylvain Berrios reconocía al canal BFMTV que “este presupuesto es catastrófico” y “un signo desastroso para todos” que “pagaremos caro”. Pese a su juicio implacable, justificó la abstención por el peligro mayor de sumir al país en la total inestabilidad.
El espectáculo ofrecido en las últimas semanas por la Asamblea General ha suscitado ácidas críticas. En su editorial de portada, el rotativo conservador Le Figaro constata este martes que “la izquierda más retrógrada del mundo está en acción” y “ha tomado como rehén al primer ministro”. El periódico recuerda que “Francia gasta más de lo que produce”, pero al final vuelve a adoptar la estrategia del avestruz.
El analista de la cadena LCI Dominique Reynié, profesor de Sciences Po, alertó del hartazgo de la ciudadanía ante la irresponsabilidad de los políticos y su continuo tacticismo, con el peligro de una abstención masiva en las próximas elecciones o de estallido de cólera en la calle. Reynié se preguntó qué pasaría en Francia si ocurre “un accidente” como la actual epidemia de gripe en España.

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