“Hemos ido de lo peor a lo mejor”: Trump exagera los logros de su primer año en un discurso a la nación y culpa a Biden de la marcha de la economía

Hace 11 horas 1

Donald Trump escogió este miércoles por la noche (hora de Washington) un formato reservado a las grandes ocasiones, el del discurso televisado a la nación, para una de sus actividades favoritas: celebrarse a sí mismo a base de mentiras, medias verdades y exageraciones en un esfuerzo de tomar el control del relato de la marcha de la economía, que le ha provocado la peor crisis de popularidad desde su regreso al poder el pasado mes de enero.

Habló durante 18 minutos, en los que a rato pareció que estaba gritando a sus compatriotas, con gesto crispado e impaciente, desde la sala destinada en la Casa Blanca a las recepciones diplomáticas. La idea era despedir el primer año de su segunda presidencia.

“Hace 11 meses, heredé un desastre”, dijo al principio de su discurso en el que insistió en los ataques a su predecesor, Joe Biden, así como en algunos de los fetiches bien conocidos de su retórica: del ataque a las personas trans y el argumentario racista y xenófobo a la supuesta invasión de los peores criminales, salidos de sanatorios mentales y enviados por países enemigos.

“En otras palabras, en poco tiempo, hemos ido de lo peor a lo mejor”, sentenció. “Ahora somos el país más sexy del mundo, me lo dicen todos y cada uno de los líderes extranjeros con los que hablo”. Hacia el final, resumió todo lo que, a su juicio, ha logrado desde que volvió al Despacho Oval sin importarle, aparentemente, que muchos de esos argumentos estuvieran en contradicción con la realidad.

“Durante los últimos cuatro años, Estados Unidos fue gobernado por políticos que solo luchaban por los intereses de unos pocos, inmigrantes ilegales, delincuentes habituales, lobistas corporativos, prisioneros, terroristas y, sobre todo, naciones extranjeras que se aprovecharon de nosotros a niveles nunca antes vistos”, dijo. “Inundaron nuestras ciudades y pueblos con inmigrantes ilegales. Diezmaron nuestros ahorros, fruto de nuestro arduo trabajo. Adoctrinaron a nuestros hijos con odio hacia Estados Unidos. Y liberaron a un número de delincuentes violentos sin precedentes para que atacaran a las personas inocentes”.

Estaba previsto que trazara algunas de las líneas maestras de lo que cabe esperar (es un decir, teniendo en cuenta su personalidad impredecible) de su Administración durante 2026. En noviembre, se celebrarán las cruciales elecciones legislativas de medio mandato, en las que los republicanos podrían perder una o ambas Cámaras en el Capitolio, lo que complicaría sobremanera a Trump la segunda parte de su segunda presidencia.

Su intervención estuvo sujeta por unas costuras, de tiempo y de formato, con las que no está cómodo: lo suyo son las intervenciones sin mirar el reloj y con espacio para alejarse y divagar lejos del texto que sus escritores de discursos le preparan.

El discurso llegaba en uno de los peores momentos de Trump desde el comienzo de su segunda presidencia. Las encuestas no le son favorables, la base de sus fieles MAGA (Make America Great Again) empiezan a perder la paciencia con la atención que el presidente presta a los asuntos de la política internacional y que podría estar dedicando a los ideales del America First (Estados Unidos primero), y, pese a la impaciencia con la que este encaja las críticas sobre el coste de la vida y la inflación, obstinada en torno al 3%, sus compatriotas sienten en el bolsillo la mala marcha de la economía, de la que el martes llegó otra nueva prueba, con el peor dato de paro desde 2021. Tampoco ayuda que Trump desdeñe esas preocupaciones definiéndolas como “un bulo demócrata”.

Promesas incumplidas

La tozudez de los datos persigue al presidente estadounidense, que fue reelegido, cuatro años después de abandonar la Casa Blanca, fundamentalmente por sus promesas de que sería capaz de arreglar la economía. Trece meses después, sigue empeñado en culpar a su antecesor, Joe Biden, de un problema que hace tiempo que es suyo, mientras las nuevas caras demócratas han convertido el coste de la vida en su principal argumento para ganar elecciones.

La expectación era alta, también porque unas horas antes el locutor ultraconservador Tucker Carlson, campeón de las conspiranoias, había dejado caer que Trump estaba listo para aprovechar esa solemne ventana para declarar la guerra Venezuela. No sucedió. El presidente estadounidense ni siquiera se refirió a la creciente presión que, merced a un fenomenal despliegue militar con pocos precedentes en el Caribe, Washington está ejerciendo sobre Nicolás Maduro para, con el pretexto de luchar contra el narcotráfico, forzar un cambio de régimen, y, según ha quedado del todo claro en los últimos días, acceder a las reservas de petroleo del país sudamericano.

Fue el martes cuando Trump anunció su intención de hablarles a sus compatriotas. Lo hizo, como acostumbra, en su red social, Truth, en un post el que escribió el martes: “Ha sido un gran año para nuestro país, ¡Y LO MEJOR ESTÁ POR VENIR!”. Pocas horas después, dijo a los reporteros que prensaba subrayar que heredó un “desastre” de su su predecesor, Joe Biden. “Hemos hecho un gran trabajo. Seguimos haciéndolo. Y nuestro país será más fuerte que antes”, añadió.

Desde su regreso al poder el pasado mes de enero, Trump se ha dirigido a la nación en dos ocasiones: con motivo del ataque a tres plantas de producción y almacenamiento de uranio en Irán, a finales de junio, y tras el asesinato de su aliado, el joven activista Charlie Kirk. Entonces lo hizo con un mensaje grabado.

[Noticia de última hora. Habrá actualización en breve].

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