El Maccabi acabó con la racha del Valencia Basket (85-82). El equipo de Pedro Martínez, que había encadenado cinco victorias consecutivas en Europa, sufrió en una de las salidas más incómodas, si no la más, de toda la temporada. El técnico y el propietario del club, Juan Roig, ya habían expresado su disgusto por tener que viajar a Israel después de que la Euroliga autorizara al Maccabi y al Hapoel volver a jugar sus partidos en casa, a partir del 1 de diciembre, tras dos años de sanción por la matanza de Gaza. El partido no se jugó en Tel Aviv, por no estar disponible su pabellón, y acabó celebrándose en Jerusalén.
El Valencia Basket salió muy metido en el partido. Como si no importaran el destino, Israel, con todas sus connotaciones, en una cancha de Jerusalén con numerosos aficionados del Maccabi, un equipo renacido que ya llevaba tres victorias seguidas. Oded Kattash se vio obligado a pedir un tiempo muerto mediado el primer tiempo porque se le iba el rival (9-16) y una de sus estrellas, Lonnie Walker, ya llevaba ya dos faltas.
El equipo de Pedro Martínez, tan rodado está, tan bien engrasado por su técnico, que no parecía acusar el salto de un partido a otro. El Maccabi se recuperó del golpe inicial, pero el Valencia siguió a lo suyo y cerró el primer cuarto por delante a pesar de fallar cinco de los seis triples que intentó. Una pista del que iba a ser uno de sus problemas.
El equipo hebreo fue cogiendo temperatura con el paso de los minutos y en el segundo cuarto, guiado por Iffe Lundberg, recuperó el mando con un juego más agresivo, con un John Dibartolomeo muy intenso, y atacando el aro valenciano. Pedro Martínez repuso a Sergio de Larrea porque el partido se descontrolaba y el Maccabi se hacía grande (33-28). Pero una de las virtudes del Valencia esta temporada es una fe ciega en su modelo y en sus capacidades. El equipo, que nunca ha dependido de uno o dos anotadores concretos, se fue adaptando al nuevo patrón de partido y supo encontrar la solución para volver a igualar el pulso.
Kattash consideró que era buen momento para recuperar a Walker, que empezó a sumar puntos con la facilidad que acostumbra. Su acelerón fue una motivación para Jean Montero, que volvía a ser problema, el sobrenombre del dominicano.
Al Valencia le costaba seguir el ritmo con el que el danés Lundberg hacía jugar al Maccabi. El equipo echaba de menos el acierto en los triples, que son como sus botas de siete leguas, con las que avanza veloz en los partidos. Matt Costello salió al rescate de sus compañeros para no desengancharse del partido.
Después de un inicio de temporada algo inseguro, el Maccabi ha mejorado mucho y se lo demostró al Valencia con un tono defensivo excelente. No es fácil chinchar a una plantilla en la que casi todos los jugadores son una amenaza en ataque. Mérito de Kattash que, además, siente más cerca que nunca el respaldo de su hinchada con la vuelta de la Euroliga a Israel. Lo que es un escollo para los rivales, la incomodidad de viajar a un país que ha protagonizado la matanza de Gaza, es su ventaja.
Todo parecía ir a favor del Maccabi en el tercer cuarto y así, crecido, alcanzó su máxima ventaja (64-54). Un renta que permitió darle un respiro a sus dos faros en este encuentro: Lundberg y Walker. El técnico israelí había logrado encarrilar el partido. El cuadro macabeo conseguía incomodar al Valencia, que no podía mover el balón con la habilidad y el criterio que acostumbra.
El Valencia empezó a tambalearse al principio del último cuarto. El acierto en el tiro exterior no mejoraba y la defensa del Maccabi tampoco flaqueaba. Era imposible no acordarse de la remontada de dos días atrás, en El Pireo, en casa del Olympiacos, cuando el conjunto taronja salvó una desventaja de 13 puntos para llevarse una valiosa victoria. Estuvo cerca (85-82 a falta de 27,5s) y tres tiros para forzar la prórroga, pero no tuvo acierto.

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