El Tour de Francia ya ‘rueda’ por Barcelona

Hace 2 días 4

Un equipo de France Télévisions (France TV) y Amaury Sport Organisation (ASO), encabezado por el realizador del Tour de Francia, Anthony Forestier, y la directora de producción, Déborah Larrieu, desembarcó en Barcelona a principios de diciembre con la misión de definir sobre el terreno como se visualizarán las dos primeras etapas, en julio de 2026.

Lejos de los focos y bajo un cielo que amenazaba lluvia, los máximos responsables de la imagen de la ronda gala recorrieron desde el Fòrum hasta el anillo olímpico para diseñar la cobertura televisiva de un final de etapa que se repetirá dos días consecutivos en el mismo escenario, delante de la puerta de acceso número 6 del Lluís Companys y a pocos metros del pebetero que encendió Antonio Rebollo en la apertura de los Juegos Olímpicos de Barcelona'92.

Mientras que en los aledaños del estadio que todavía se conservan los puntos de información al socio del FC Barcelona, el equipo de Forestier trabaja para calcular las posiciones de cámara de un recorrido que, según comprobaron sobre el terreno, presenta complicaciones técnicas para un final de trazado exigente.

El realizador camina solo, adelantándose unos metros al resto del equipo, no mira en ningún momento al Olímpico. Mira al suelo y hacia el horizonte. Observa las aceras, los ángulos muertos y el estado del asfalto —actualmente hay obras en los últimos 300 metros—. Detrás de él, Stéphanie Mullerla, asistenta de realización, cuenta los pasos desde la línea de meta: ”100 metros... 150 metros...” con un odómetro. En cada punto clave, se detienen. Forestier saca su teléfono, encuadra y posiciona el punto exacto de la cámara. Todavía está por definir, pero en Barcelona no irá la estructura elevadora, justo 50 metros detrás de la meta. “La cámara que grabará el final estará en una cherry picker (grúa cesta)”, especifica el realizador que no esconde su preocupación. “Es un final complicado”, admite. La llegada no es la alfombra roja habitual de una recta plana; es“en curva y en subida” con una rampa del 7%.

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Odómetro utilizado para contar los metros de meta y posicionar las cámaras

Pau Cartie / Shooting

El problema es doble. El tiro de cámara de la línea de meta no enfoca la ciudad, sino la montaña. No estará la foto de llegada icónica del ganador con la ciudad de fondo. La postal se tendrá que construir antes, en el aire, confiando en los helicópteros, y las motos por las calles. La carretera se reducirá a un pasillo de cinco metros entre vallas, y Forestier depende de cómo las coloque la organización. “No sé si Stéphane Boury [exclista y responsable de las llegadas de ASO] pondrá las vallas así o así”, explica a La Vanguardia, dibujando ángulos con las manos. “Un grado de diferencia puede arruinar la visión del sprint”, añade. La decisión final sobre donde irán las cámaras no se tomará meses antes, sino “uno o dos días antes” de la salida, cuándo sepamos exactamente sus posiciones.

Ante la imposibilidad física de desplegar las unidades móviles de la televisión en el anillo olímpico, ASO tratará la montaña barcelonesa como si fuera una cumbre de los Pirineos o de los Alpes, dejando el grueso de la flota de camiones en el valle. Esta solución, conocida técnicamente como Split TV Compound (recinto de televisión dividido), es una adaptación urbana de la logística que la ronda gala ya utiliza habitualmente en importantes puertos como el Tourmalet, por ejemplo, donde el espacio en la cima es un lujo.

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Anthony Forestier y Stéphanie Mullerla toman apuntes en Montjuïc

Pau Cartie / Shooting

Según detalló Jérôme Bailly, responsable del Servicio de Producción TV y difusores de ASO a La Vanguardia, las unidades móviles que procesan la señal internacional se ubicarán “a un kilómetro de distancia” de la meta —previsiblemente en la zona de la Zona Franca o en grandes aparcamientos inferiores— por qué “aquí no hay sitio para todo el mundo”, señala. Desde allí, se conectarán con las cámaras de meta “mediante fibra óptica de alta velocidad”, y eso permite que la tecnología “se adapte a la carrera y no al revés”.

De momento, sin embargo, todo son cálculos, medidas y previsiones bajo el cielo de Barcelona. La postal definitiva todavía se tiene que dibujar. Como reconoce el mismo Forestier, el guion técnico y cultural definitivo —el Road Book de la realización— no se cerrará hasta febrero. “Quiero sentir Barcelona, hablar con su gente, entenderla antes de filmar cada pequeño detalle”, confiesa el realizador.

Mientras los turistas se hacen fotos frente a los edificios más emblemáticos, la maquinaria invisible del Tour ya ha tomado las medidas para convertir la montaña mágica en el escenario indispensable del Grand Départ en Catalunya.

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