Cada club tiene su cultura, lo que hoy en día se llama el relato, y la del Real Madrid siempre descansó sobre valores elementales basados en ganar por encima de todo ayudado por un halo misterioso que transformaba a los portadores de su camiseta y escudo en tipos duros de pelar capaces de cualquier proeza.
El Madrid de Xabi Alonso a duras penas representa esas credenciales. Su triunfo en Vitoria no despeja las dudas sobre su trabajo, es simplemente una patada a seguir hasta el próximo ultimátum. A veces, incluso para el Real Madrid, ganar no debería ser suficiente.
Valdepeñas, Gonzalo y la desespañolización del Real Madrid
El partido de los blancos, si se aparcan los dos fogonazos de calidad de Mbappé en el primer gol y de Vinícius en la galopada del segundo, fue un descampado sin aportación futbolística alguna. Precisamente si algo describía a los Real Madrid más reseñables de la historia, era ese olfatear el miedo de la víctima cuando se debilitaba. Le sucedió al Alavés cuando encajó el primer gol, pero le dieron tiempo a rehacerse, indultado por un rival sin pituitaria.
Desprovisto de la cobertura presidencial, el entrenador vasco, de movimientos agarrotados en la banda, como si braceara en chicle a interpretación de los más castizos, no transmite alma ni manera de jugar determinada y se queda a medio camino de la nada.
Aguantado el Madrid una vez más por Mbappé y Courtois, que esta vez salvó un gol cantado con la cara, en medio de esos dos puntales nada hubo. Ni tan siquiera la aportación de la Fábrica, esta vez representada por el lateral Valdepeñas, que no dejó nada digno de mención, sirvió para llenar alguna cabecera periodística de esas que venden ilusión al día siguiente a sabiendas de que no hay nada detrás. Si jugó el lateral fue porque estaban de baja todos los laterales de la plantilla. Agotado ya el efecto Gonzalo (cero goles en la Liga y en la Champions), el Madrid carece de producto nacional capaz de vender pasión o cohesión, papel que siempre desempeñó algún peso pesado local (Sergio Ramos, Raúl, Juanito...) y que se ha quedado huérfano sin Carvajal, que hoy se limita a asustar a los árbitros vestido de calle.

Hace 23 horas
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