El drama de Jason Collins, el primer jugador homosexual de la NBA: anuncia que sufre un cáncer muy agresivo

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Jason Collins se casó el pasado mes de mayo con su pareja, Brunson Green, en una ceremonia en Austin, Texas, “que no podría haber sido más perfecta”. El exjugador de la NBA, el primero en desvelar su homosexualidad cuando todavía estaba en activo, disfrutó de uno de los momentos más especiales de su vida un par de meses antes de recibir la devastadora noticia: uno de los cánceres más letales y agresivos que se conocen, un glioblastoma en fase 4, habita en su cerebro. “Debido a que mi tumor es irresecable, al tratarlo únicamente con el tratamiento estándar (radiación y temozolomida), el pronóstico promedio es de entre 11 y 14 meses de vida”, comparte ahora. Acaba de cumplir 47 años.

Ya en septiembre, la familia de Collins mandó un escueto comunicado para explicar que el exjugador tenía un tumor cerebral. “Fue intencionalmente difuso, y lo hicieron para proteger mi privacidad mientras estaba mentalmente incapacitado para hablar por mí e intentábamos entender con qué estábamos lidiando”, recuerda en una entrevista con ESPN. El exjugador, un gran aficionado al tenis, se dio cuenta de que algo no iba bien cuando fue a hacer la maleta para hacer su procesión anual hacia el US Open. Amigos y familia se preguntaban si quizás había sufrido un ictus ante su actitud errática. Apenas bastaron cinco minutos de TAC para que los doctores se dieran cuenta de la dimensión del asunto y le mandarán de urgencia al departamento de oncología.

Jason Collins, en una imagen de 2019 en el Open de Australia de tenis.Handout (Tennis Australia via Getty Images)

“Según mi familia, en cuestión de horas, mi claridad mental, memoria a corto plazo y capacidad de comprensión desaparecieron. Me convertí en la versión NBA de Dory en Buscando a Nemo”, rememora Collins en su conversación con la periodista Ramona Shelburne. Desde que arrancó el tratamiento ha perdido casi 10 kilos de peso, y ha tenido que buscar ayuda fuera de Estados Unidos. El tumor del exjugador se estaba expandiendo a un ritmo del 30%, cuando los médicos consideran que un 20% ya es un crecimiento crítico. La masa en el centro de su cerebro es del tamaño de una pelota de béisbol. De haber decidido no hacer nada, los especialistas le daban entre seis semanas y tres meses de vida.

Former NBA player, Jason Collins, was diagnosed with Stage 4 Glioblastoma this summer. Jason and his husband, Brunson, traveled to Singapore to try an experimental treatment that will give him more time. @ramonashelburne was able to sit down with him as he talks about his… pic.twitter.com/WrkQesnNwJ

— NBA on ESPN (@ESPNNBA) December 11, 2025

Su espíritu de lucha le hizo explorar nuevas terapias todavía experimentales. La billetera, como él mismo reconoce, no ha sido un problema para conseguirlas. Aunque no están al alcance de cualquiera. Para seguir con su tratamiento, Collins se ha desplazado a Singapur para recibir un tipo de quimioterapia teledirigida al cerebro durante los próximos dos meses. El objetivo es mantener intacto la mayor parte de su sistema inmunitario y retrasar el progreso del tumor lo suficiente para que un tipo de inmunoterapia todavía en fase desarrollo pueda ser aplicada en su caso.

Siento que vuelvo a estar en la misma posición, que podría ser la primera persona en atravesar esta barrera”, dice el exjugador, que traza paralelismo entre su decisión de hacer pública su homosexualidad y su actual batalla contra uno de los cánceres más letales. “No vamos a quedarnos sentados y dejar que el cáncer me mate sin haberlo luchado. Si lo que estoy haciendo no me salva, al menos me sentiré bien si puede llegar a ayudar a alguien que un día reciba el mismo diagnóstico”, sentencia.

Collins se convirtió en 2013 en el primer deportista en activo de las grandes ligas estadounidenses —NBA, NFL, NHL y MLB— en compartir abiertamente su homosexualidad. No volvió a jugar un partido hasta febrero de 2014, cuando los Brooklyn Nets le contrataron de la agencia libre en el último curso de su trayectoria profesional. Ese mismo año, la revista TIME le situó como una de las 100 personas más influyentes del mundo. A sus 2,13 metros de estatura, el pívot jugó 13 temporadas en la élite del baloncesto estadounidense para seis franquicias distintas, con promedios de 3,6 puntos y 3,7 rebotes en 20 minutos de juego en 735 apariciones. Su debut llegó tras ser seleccionado en el puesto 18 del Draft de 2001, el mismo en que fue elegido Pau Gasol.

Tras hacer pública su sexualidad a través de un artículo en Sports Illustrated —“Soy un pívot de 34 años de la NBA. Soy negro. Y soy gay”, escribió—, Collins fue aplaudido por figuras tan notables como el entonces presidente de los Estados Unidos, un Barack Obama que le llamó personalmente para agradecerle su valentía. “Le dije que no podía estar más orgulloso. Ver a un modelo a seguir que no tiene miedo es algo magnífico”, comentó el mandatario desde la Casa Blanca. La liga estadounidense, a través del comisionado David Stern, también celebró que su jugador asumiera “el liderazgo en un asunto tan importante”. Colegas de profesión como Kobe Bryant también dijeron la suya: “No asfixies a quien eres por la ignorancia de los demás”.

Cuando Collins desveló su orientación sexual, el matrimonio entre personas del mismo sexo todavía no estaba legalizado a nivel nacional en Estados Unidos. Fue en junio de 2015 cuando el Tribunal Supremo del país tumbó todas las prohibiciones todavía vigentes en algunos estados, convirtiendo a Estados Unidos en el decimoséptimo país del mundo en legalizar estas uniones.

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