Bruselas. Corresponsal
12/12/2025 06:00 Actualizado a 12/12/2025 06:25
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, deberían estar haciendo las maletas para viajar a Brasil la semana que viene y ratificar allí el histórico acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el bloque del Mercosur. El Ejecutivo comunitario lleva 25 años negociando con este grupo de países sudamericanos –Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– con el fin de sellar este pacto de libre comercio alcanzado en diciembre del año pasado. El Gobierno de Lula da Silva acaba de confirmar que la cumbre se celebrará el 20 de diciembre en la ciudad de Foz do Iguaçu, puerta de las majestuosas cataratas en la triple frontera del país con Argentina y Paraguay. Sin embargo, a una semana de la fecha límite, no está claro que Von der Leyen y Costa se terminen subiendo al avión.
“Es un acuerdo estratégico para Europa, y esperemos, y yo soy optimista, que se pueda concluir antes de final de año”, valoró ayer el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, en su llegada a la reunión del Eurogrupo. “Creo que va a ser un buen ejemplo de que Europa puede seguir avanzando en una agenda propia que le ayude a construir una red de socios importantes y a llevar a cabo esta enorme estrategia de ser un actor competitivo a nivel mundial”, defendió el representante español.
El pacto depende tanto de las posturas finales de Italia y Francia como de la rapidez de la Eurocámara
Sin embargo, pese a los pocos días de margen de maniobra, el acuerdo comercial con el Mercosur está todavía en el aire debido tanto a los frágiles equilibrios entre los estados miembros sobre el asunto y también en la Eurocámara, donde algunas delegaciones más reticentes han introducido enmiendas de última hora a las cláusulas de salvaguarda para contentar a los agricultores.
El pacto se juega en dos frentes. Primero, entre los Veintisiete. Von der Leyen no necesita llegar a Brasil con la unanimidad, sino que puede pasar por mayoría cualificada. Si un bloque minoritario que sume al menos cuatro países que representen el 35% de la población europea se opone, todo puede quedar en papel mojado.
La fecha de la incierta votación todavía no se ha decidido, pero en los próximos días van a llegar los textos legales de los juristas traducidos a los diferentes idiomas. El acercamiento al Mercosur tiene firmes objetores: Polonia, Irlanda, Hungría, los Países Bajos y Austria. Bélgica, por su parte, se abstendrá, informan fuentes diplomáticas. Todos estos países no suman el 35% para bloquearlo.
Así que todo depende de dos grandes piezas dentro del tablero comunitario. Por un lado, Francia, uno de los grandes opositores del acuerdo del Mercosur. El presidente francés, Emmanuel Macron, todavía no se decanta oficialmente y ha dicho que espera “respuestas concretas y eficaces” sobre las demandas francesas para garantizar que los productos sudamericanos cumplan las mismas normas fitosanitarias que los europeos y también para proteger a los agricultores europeos de posibles efectos negativos.
Agricultores franceses protestan contra el acuerdo comercial
LOU BENOIST / AFPLa otra llave la tiene la Italia de Giorgia Meloni, cuyo Gobierno está dividido por esta carpeta. Parte de sus componentes, especialmente los sectores más populistas de la Liga de Matteo Salvini, están haciendo una feroz campaña en contra. Pero a la vez, Italia es el segundo exportador de la UE al Mercorsur, y su industria estaría muy interesada en acceder a este mercado, sobre todo después del daño que le están haciendo los aranceles de EE.UU. Roma también ha exigido más garantías y tampoco ha tomado todavía una posición, pero todo el mundo da por hecho que, si no hay más remedio, Meloni no terminará siendo un obstáculo para Von der Leyen.
El segundo problema para la Comisión Europea está en la Eurocámara. La comisión de Comercio Internacional del Parlamento Europeo acaba de votar endurecer las condiciones con nuevas salvaguardas para proteger a los granjeros comunitarios frente a la competencia más barata, un texto que debería aprobarse el martes en el pleno de la Cámara. Ahora, sin embargo, los países escépticos han añadido nuevas enmiendas que podrían alargar el proceso. “Es el momento adecuado para demostrar tanto a los socios del Mercosur como a nuestro sector agrícola que Europa puede abrir el comercio sin poner en riesgo su propia producción”, indican fuentes del Partido Popular Europeo (PPE) presentes en las negociaciones.
De terminar con una luz verde y con la firma de Von der Leyen el próximo día 20, ni siquiera sería el final del proceso, ya que todavía quedaría pendiente el aval del Parlamento Europeo a todo el texto –ahora solo se debe pronunciar sobre las salvaguardias–, algo previsto, en principio, para el primer trimestre del año que viene.

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