Adolfo, mi amigo, mi casa

Hace 2 horas 1

Es difícil escribir y describir lo que ocurre cuando alguien a quien quieres tanto y admiras tanto se va. También pensar que estas palabras sean públicas, por un lado, resuena raro en mí. Una parte desea que Adolfo se haga eterno y que todo el mundo lo recuerde, y otra se quiere reservar esa emoción para las sábanas y mis más queridos. Me lo quiero tomar como un homenaje a mi grandísimo Adolfo.

Querido Adolfo: empiezo con lo más importante y palpable que me pudiste entregar: la profesión. Esa niña que llegó a Madrid con 18 años y a la que no dudaste en proponerle su primer papel en teatro. ¡En el CDN! No me lo podía creer… Tu única duda era que tenía que arrancar la función cantando. Siempre eres tú el encargado de contar esta anécdota y me encanta ver cómo la exageras y cómo te meas de risa narrándola. Ahora me toca a mí contarla y decir que lo primero que te dije es que mis tíos son los del Consorcio y Mocedades, así que ¡por supuesto que sabía cantar! (no tenía ni idea).

También recuerdo aquel día en la sala de ensayos en que me sentaste en un taburete y me dijiste: “Olvídate de todo. Aquí, sentada, cara a cara, cuéntame este monólogo. No lo proyectes, solo cuéntamelo”. Temblando te lo conté y vi el orgullo en tus ojos. Vi que te gustaba mi verdad trabajando y que me querías en tu equipo.

Raúl Prieto y Susana Abaitua, en 'Naturaleza muerta en una cuneta'.

Así arrancaron nuestros años de viaje juntos. K Producciones, tú, Cristina, tu hija Violeta, Sonia Almarcha… siempre casa para mí. Poco a poco todo fue evolucionando a una historia de amor. Digo amor porque la amistad es el amor más bonito que hay.

La vida son casualidades, circunstancias, momentos. Gracias por aparecer y regalarme parte de quien soy. Si algo tengo claro es que me has cambiado la vida, Adolfo.

Quiero pensar en lo eterno, en lo que se queda de ti para siempre más allá de este dolor profundo y del vacío. Los valores. Tu compromiso social. La lucha contra las injusticias. Siempre que un texto de Kproducciones o algún libro que me recomendabas llegaba a mis manos, sabía que había algo que denunciar, algo que aportar, alguna mente cerrada que abrir.

Siempre tan generosos… lo dabais todo, absolutamente todo. Hablo en plural porque Cristina, tu mujer, tu mitad, es otra grande a la que no puedo no mencionar. Vuestro amor ha marcado mi vida. Siempre os pongo de ejemplo en mis historias para explicar cómo quiero vincularme en el amor de pareja. No es fácil sentirte tan tú con gente. Con vosotros siempre me he sentido así.

Y os agradezco de todo corazón el amor limpio y genuino que me habéis dado.

Para mí no existe el teatro sin ti. No habrá escenario que pise que no quiera dedicarte; texto que me envíen que no quiera compartírtelo; obra de teatro que vea que no me apetezca desmigar contigo. Gracias por todo lo aprendido a tu lado. Cuánta bondad, sabiduría y ejemplo dejas.

Echarte de menos es poco. Te quiero con todo mi corazón. Aquí, en la vida, vas a dejar este vacío que trataremos de llenar con vida, teatro y justicia.

Con todo mi amor, tu amiga Susana.

Leer el artículo completo