No ha habido sorpresa de última hora en el antiguo instituto B9 de Badalona. Los rumores que circulaban se han cumplido pese al intenso aguacero que, la víspera, anegó parte de la ciudad: a las 7.00 de la mañana de este miércoles, un amplio despliegue policial ha empezado el desalojo del que, hasta ahora, era el mayor asentamiento de migrantes de Cataluña. Aunque algunos se han marchado en los últimos días, conscientes de que el desahucio era inminente, el grueso de los residentes —llegaron a ser más de 400— ha decidido permanecer, hasta el último minuto, en el viejo centro de enseñanza que, durante más de dos años, ha sido su techo y refugio.
Los habitantes del B9, la mayoría migrantes subsaharianos, han empezado ya a recoger sus pertenencias bajo la vigilancia de un amplísimo despliegue policial que incluye efectivos de la policía local, los Mossos d’Esquadra y el Cuerpo Nacional de Policía, este último con competencias en materia de extranjería. Ni la protesta convocada a primerísima hora por las organizaciones que dan apoyo a los residentes del instituto ni los recursos judiciales de último minuto han hecho virar un desenlace que quedó fijado el pasado 4 de diciembre. Ese día, la jueza accedió a la petición del Ayuntamiento de Badalona de entrar al local y echar a los ocupantes en un plazo máximo de 15 días y en horario “diurno”. Es la solución que el alcalde, Xavier García Albiol (PP) llevaba meses reclamando con el argumento de que los migrantes del B9 son en su mayoría delincuentes y causan problemas de inseguridad e incivismo.
Los Mossos inician el desalojo del B9 de Badalona.
Massimiliano Minocri
Agentes antidisturbios de los Mossos se preparan para el desalojo del B9 de Badalona.Massimiliano Minocri
Los Mossos d'Esquadra, a su llegada al B9 para cumplir la orden judicial de desalojo.Massimiliano MinocriTras perder la batalla en los tribunales, los abogados del colectivo presentaron un escrito al Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) para reclamar la paralización temporal del desalojo. El tribunal, con sede en Estrasburgo, les dijo que no el martes, a pocas horas de que se ejecutase la orden judicial. La resolución especificaba que los ocupantes podrían volver a reclamar medidas si había “un cambio de circunstancias”, y citaba como ejemplo que “los servicios sociales fallaran a la hora de proveer de asistencia adecuada”.
Y esa es, precisamente, la gran incógnita de esta operación de desalojo colectivo de un asentamiento de migrantes, una de las mayores llevadas a cabo en España. En sus escritos a la jueza, el Ayuntamiento de Badalona dejó claro que no iba a proporcionar una solución “habitacional” a los ocupantes, ni siquiera a las 166 personas que están en seguimiento de los servicios sociales. En conversación con este diario, Albiol explicó que una treintena de personas, las más vulnerables, sí recibirían una primera asistencia “muy temporal” (pensión u hotel).
Forzados a moverse en los últimos años, a golpe de desalojo, de nave en nave y de local en local, no hay soluciones al alcance para la inmensa mayoría de los ocupantes. Los que se han ido antes del desalojo, explican personas del colectivo que les apoya, se han instalado “en otros asentamientos” o, directamente, en tiendas de campaña al raso. El resto, o sea la mayoría, no tienen tampoco un lugar adonde acudir".

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