A Manolo González le gustan las cosas claras. Es esa honradez la que ha enganchado a sus futbolistas y sobre todo a la afición después de muchos años de desilusión permanente. En apenas dos años ha inaugurado una nueva etapa de optimismo. Acudir al RCDE Stadium ya no es un suplicio sino un motivo de alegría. Da igual si el equipo gana o pierde, todo perico sabe que hay alguien que vela en primera persona por sus intereses. La fiesta que se vive ha atraído incluso a aficionados de otros clubs, que perciben al Espanyol como una gran familia.
Imagen de Manolo González en el banquillo antes de un partido en el RCDE Stadium
Mané EspinosaA estas alturas, que este equipo es un milagro no debería ser motivo de discusión. Ser quintos en la Liga con los mimbres actuales (una plantilla diseñada para evitar el descenso) no responde a lo previsto por absolutamente nadie. El mérito es conjunto del club, de la afición, de los jugadores, de Fran Garagarza... Y por encima de todos, seguramente, es mérito de Manolo González. Ese éxito, que solo discute quien busca la notoriedad, no obsta para que la crítica exista cuando es merecida. Y la eliminación de la Copa a manos de un Segunda Federación la merecía.
Llevaba semanas avisando Manolo González de que no notaba la alegría que se espera del momento excepcional que vive el club. Y después de ganar al Rayo Vallecano estalló. ¿Contra quién? Dijo el entrenador que nadie les daba el mérito que se merecían. Que era hora de disfrutar, pero que no veía que eso sucediese.
La sorpresa fue general, pues desde que se logró el ascenso la grada no ha titubeado en dar el apoyo que merecían tanto el equipo como él mismo. Las críticas más duras casi siempre han ido más hacia arriba. El primero, Fran Garagarza, aunque después de la salvación el curso pasado ese foco se ha mitigado. Muchos, no todos pero sí la mayoría, han apreciado las bondades del trabajo del de Mutriku.
Si uno observa lo que sucede durante los partidos no puede dudar de que la afición está gozando
La gestión de Chen Yansheng fue otra de las dianas habituales de la crítica, aunque desaparecido el chino y con Alan Pace todavía comenzando su andadura, la herida con la propiedad ha dejado de sangrar.
Es imposible entonces que González apuntase hacia los 30.000 que empujan a su equipo en cada partido. Y si a quien se refiere el técnico es al entorno o la prensa, voces críticas existen y es saludable que existan. Por muy desorientadas que puedan parecer en este contexto.
Es posible que la intención del técnico sea lograr que sus censores se suban también a su barco, pero mensajes como el suyo después de un triunfo tan importante como el del Rayo no hacen sino volverse contra sus intereses. Sus críticas despistaron al personal durante varios días, desviaron el foco de lo importante.
La salud de un club y todo lo que le envuelve también nace de vivir en la realidad y no en la ilusión. Y la realidad es que si uno observa lo que pasa antes, durante y después de los partidos, y cómo en masa el socio ha acudido a las oficinas a renovar su carné de abonado, no puede tener dudas de que los pericos están gozando como pocas veces a lo largo de sus vidas. Y esas son las opiniones que realmente deberían importar al técnico.
Exigió Manolo González que es hora de disfrutar, pero de una forma que dejó la sensación de que quien no parece contentarse con sus propios éxitos es él mismo. Quizás sea hora de no fijarse tanto en lo que dicen o piensan quienes se sienten dueños del sentimiento españolista. Porque puede que el malquerer perico exista, pero no debe dejar que le amarguen su momento.

Hace 9 horas
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